El jueves por la noche se anunció finalmente un alto el fuego entre Israel y Hamás después de 11 días de bombardeos devastadores y disparos indiscriminados de cohetes que mataron a más de 240 personas palestinas en la Franja de Gaza y a 12 personas en Israel. Para muchas y muchos observadores, este acuerdo –que, si se mantiene, sin duda evitará innumerables muertes, personas heridas y destrucción gratuita– debería finalmente poner fin a esta secuencia infernal.
Sin embargo, tras este desesperado regreso a la “calma”, una parte fundamental del problema permanece. Con el apaciguamiento de sus enfrentamientos armados, Israel y Hamás están listos para restaurar un equilibrio “muy violento” que obliga a la Franja de Gaza a regresar “fuera de la vista, fuera de la mente”, advierte Tareq Baconi (analista del Grupo Internacional de Crisis y autor de Hamás Contained: The Rise and Pacification of Palestinian Resistance, Stanford Studies in Middle Eastern and Islamic Societies, 2018). Señala que este status quo ante –caracterizado por un asedio brutal, la indiferencia internacional y la fragmentación política y geográfica– es precisamente el que debe ser desmantelado.
En una entrevista concedida a +972 el día antes de que se anunciara el alto el fuego, Tareq Baconi explicó que Hamás había roto muchas presunciones israelíes al decidir intervenir militarmente sobre la base de un movimiento popular que había surgido en Jerusalén el mes pasado: un movimiento que se movilizaba contra los desalojos forzosos de familias de Sheikh Jarrah y los ataques israelíes en la mezquita Al-Aqsa y la puerta de Damasco. Aunque estas protestas en la ciudad santa permitieron obtener concesiones menores de Israel, según Hamás, “nunca pasarán a la etapa siguiente si no tienen una capacidad militar”.
Si la implicación de Hamás es objeto de un profundo debate entre la gente palestina, añade Tareq Baconi, no se puede decir lo mismo de la comunidad internacional. Según lo que ve, los gobiernos extranjeros siguen “muy fijados” en su percepción del movimiento islamista como “atacando irracionalmente a Israel por una razón desconocida y descontextualizada”. Sin cuestionar estas ideas erróneas, dice, el mundo simplemente volverá a normalizar la violencia opresiva diaria impuesta por el régimen israelí a toda la población palestina, de la que Gaza es un componente emblemático más que una excepción.
La redacción de +972 habló con Tareq Baconi sobre los efectos de la intervención de Hamás en la política palestina, por qué las y los funcionarios israelíes fueron sorprendidos desprevenidos por esta iniciativa y por qué el naciente movimiento popular palestino debe estar alerta pues desafía a las y los líderes extranjeros y nacionales en su búsqueda de la liberación. Se ha editado la entrevista para mayor claridad.
Las recientes “escaladas” comenzaron con un movimiento popular de base en Jerusalén, con Sheikh Jarrah y la ciudad vieja, casi sin la presencia de ninguna facción política. Pero esto cambió radicalmente cuando Hamás comenzó a lanzar cohetes contra Israel la semana pasada. ¿Por qué Hamás decidió involucrarse? ¿Cuál fue su cálculo?
Hamás tiene un objetivo nacional para la gente palestina en general y motivaciones específicas como movimiento actualmente confinado en la Franja de Gaza.
Durante mucho tiempo, incluso bajo [el ex líder político] Khaled Meshaal, Hamás coqueteó con la idea de una protesta popular. El movimiento no siempre ha estado dedicado exclusivamente a la lucha armada; ha reflexionado sobre el poder de las manifestaciones populares y el derecho internacional. Sin embargo, hay cierto cinismo dentro del movimiento. Cree que las protestas populares nunca recibirán el mismo nivel de presión o apoyo internacional que la lucha por los derechos civiles en los Estados Unidos o la lucha contra el apartheid en Sudáfrica.
Este cinismo se puso a prueba durante la Gran Marcha del Retorno [con su pico en 2018-2019]. Durante semanas y semanas de movilización popular sostenida, no hubo una respuesta adecuada de la comunidad internacional, ni siquiera cuando Israel estaba disparando a las y los palestinos. Fue solo cuando Hamás entró en liza y comenzó a elevar el nivel de las “perturbaciones” contra Israel cuando la situación comenzó a evolucionar y se iniciaron negociaciones en torno a concesiones como la flexibilización del bloqueo de Gaza. La lección para Hamás fue muy clara: a menos que Israel sienta presión –generalmente militar o bajo otras formas de “perturbación”– no cedería nada.
Es este cálculo el que Hamás ha aplicado a las protestas actuales. Hubo una “victoria” en el sentido de que la Corte Suprema israelí pospuso su decisión sobre la expulsión de gente palestina de las casas en el barrio de Sheikh Jarrah y que la “marcha de bandera” fue reorientada. [1] Pero para Hamás, estas manifestaciones no permitieron obtener concesiones reales de Israel. Y nunca se ha tratado de pasar a la etapa siguiente sin fuerza militar, porque en la mente de Hamás, esta es la única manera de que Israel reaccione.
Había muchas divisiones dentro del movimiento. Hubo quienes argumentaron que la atención del mundo se centraba en la profanación de los lugares sagrados del Islam por parte de Israel, y que no debían apartarse de ello ni cooptar la protesta popular. Por otro lado, principalmente para los miembros de Hamás en Gaza, la sensación era que ya habían visto esta película antes y que tenían que apoyar a las y los manifestantes, de lo contrario se convertiría en un baño de sangre. En última instancia, a sus ojos, debía haber una defensa de las y los palestinos contra la mortal opresión israelí.
Para el propio movimiento Hamás, el cálculo estratégico más específico es el siguiente: en los últimos meses, Hamás ha esperado las elecciones para salir de la Franja de Gaza, pero como esta opción ya no era posible [porque las elecciones fueron suprimidas por la Autoridad Palestina, Mahmud Abás], Hamás se encontraba en una situación en la que tenía que, o bien volver al status quo ante, o bien provocar una sacudida fundamental.
Numerosos informes sugieren que las y los funcionarios y analistas militares israelíes fueron pillados desprevenidos por la decisión de Hamás de implicarse. ¿Fue realmente tan sorprendente? ¿Qué revela sobre la comprensión o la incomprensión de Hamás por Israel?
No me sorprende que las y los responsables israelíes fueran pillados desprevenidos. Saben muy bien que no hay una estrategia real para abordar la cuestión de Gaza en particular, así como tampoco para abordar la cuestión palestina en general, y por lo tanto se centran únicamente en la gestión del conflicto.
En este enfoque, han alcanzado un equilibrio muy duradero con Hamás. Lo digo con el corazón apesadumbrado, porque es claramente un equilibrio que se basa, básicamente, en el castigo colectivo y un bloqueo muy violento contra los palestinos.
Este equilibrio que ambas partes mantuvieron implícitamente era que el bloqueo permanecería en pie; cuando Gaza era empujada al borde del abismo, Hamás utilizaba el disparo de cohetes para protestar contra el bloqueo y la violencia que inflige a las y los palestinos. Y gracias al lanzamiento de cohetes, Hamás era capaz de obtener concesiones del gobierno israelí. En esta ida y venida es donde se llevan a cabo las negociaciones. Sin embargo, fuera de estos ciclos, para las y los responsables israelíes, Gaza está lejos de los ojos y la mente. Esperan la “calma” de Gaza. Para ellos, el bloqueo no es un acto de guerra, ¡son los cohetes los que son un acto de guerra!
En el marco de este equilibrio, Israel ha considerado a Hamás como un movimiento que habla solo en nombre de la gente palestina de Gaza, estimando que había sido efectivamente contenido en la banda. Se había asentado la creencia de que Hamás había sido neutralizado fuera de Gaza, y que Hamás solo decidía una escalada cuando quería concesiones específicamente en Gaza.
Hamás rompió todas estas hipótesis durante esta última escalada. En primer lugar, la escalada se centró en Jerusalén y no en Gaza, no es una reconfiguración histórica, sino una reconfiguración desde el bloqueo. Luego, rompió la hipótesis de que Gaza era gestionable y que la contención de Hamás podría continuar indefinidamente. Por lo tanto, esta “erupción” es claramente una sorpresa para Israel. También muestra la arrogancia de Israel, que piensa que puede seguir yendo “demasiado lejos” sin que las y los palestinos reaccionen.
Las y los palestinos parecen tener opiniones divergentes sobre la intervención militar de Hamás. ¿Qué reacciones observa entre la población? ¿Cómo afecta esto a la relación/imagen del partido con la población, especialmente en Gaza?
Hay gentes palestinas que están apegadas a la idea de manifestaciones populares, convencidas de que las sentadas durante el iftar y las manifestaciones de oración atraerán la atención de la gente palestina de todo el mundo, y que esto forzará la mano de Israel. Tienen el convencimiento de que cualquier forma de lucha militar es problemática porque, estratégicamente, las y los palestinos no pueden ganar militarmente contra Israel. También creen que la cooptación de las protestas populares por las facciones [Hamás, Yihad Islámica] es problemática porque toma algo que podría ser nacional y lo coloca en una perspectiva de facción.
La otra tendencia en este debate dice que se necesita un equilibrio de fuerzas para poder cambiar la ecuación, y esto no pasa por protestas exclusivamente populares. Pensar que así es como sucedieron las cosas en la lucha por los derechos civiles o contra el apartheid es idealizar estas luchas; el movimiento sudafricano, en particular, tenía un brazo armado. Por lo tanto, existe la idea de que, incluso si la fuerza armada no liberará a Palestina, debe utilizarse para infligir dolor, tener un costo y disuadir a Israel de la violencia continua contra las y los palestinos. Este campo elogió los ataques de Hamás como una especie de victoria; a pesar de que Gaza pagó el precio, tuvieron un efecto psicológico increíble.
¿Cómo se perciben las acciones de Hamás más allá de esto? Durante algunas manifestaciones en Cisjordania esta semana, la gente cantó a favor de Mohammed Deif [el comandante en jefe de las Brigadas al-Qassam de Hamás] o contra Mahmud Abás y a favor de Ismail Haniye [el actual líder político de Hamás]. En la conciencia nacional, Hamás es percibido como el defensor y protector de los derechos palestinos.
Obviamente hay complejidades en torno a la ideología de Hamás; muchas personas palestinas pueden apoyar la “victoria” que Hamás presentó la semana pasada, pero estar en contra de su ideología islamista. Pero estos son algunos de los elementos que hay que desenredar para entender cómo puede haber una estrategia de liberación palestina multifacética, una estrategia que podría basarse estratégicamente en diferentes tácticas de resistencia.
Usted mencionó cómo Hamás esperaba que las elecciones tuvieran lugar, y cómo algunas personas ahora lo perciben de manera diferente a la Autoridad Palestina (AP). ¿Cómo ve que afecten los acontecimientos recientes a las relaciones entre Hamás y la Autoridad Palestina, o cualquier intento de restablecer las elecciones?
Un cambio interesante ocurrió durante la semana. Cuando las manifestaciones comenzaron a extenderse más allá del Sheikh Jarrah, la Autoridad Palestina fue muy activa en la represión de las manifestaciones en Cisjordania y en descartar cualquier amenaza de presencia de Hamás en esa región; la excusa dada fue que perdería el control del territorio.
Después de la extensión de la escalada en Gaza, las y los funcionarios de la OLP y Fatah entendieron que no podían ser percibidos como detractores de Hamás en esta escalada. Ésta es una lección que aprendieron durante y después de la segunda Intifada: cada vez que Hamás obtuvo victorias simbólicas que la Autoridad Palestina replicaba (como en el acuerdo de intercambio de prisioneros de Gilad Shalit [un soldado capturado en junio de 2006 y liberado en octubre de 2011]), Hamás se posicionaba como un defensor y la Autoridad Palestina era considerada como el lado incompetente.
Así, durante la semana pasada, las y los funcionarios de la Autoridad Palestina y de la OLP comenzaron a hablar de la necesidad de explotar el espacio que Hamás había creado con este episodio para servir a la lucha palestina. Reconocieron que se trataba de una fuerza insoslayable y que el posicionamiento en su contra solo se volvería contra Fatah [el partido de Mahmud Abbas, el más grande de la Autoridad Palestina y la OLP]. En cierto modo, las dos facciones se ven obligadas a adoptar un discurso más unido debido a estos acontecimientos más amplios, a los que las interminables rondas de negociaciones de reconciliación no las han logrado llevar.
¿Creo que se producirá la unidad o que volverán las elecciones? No lo creo: ambos partidos siguen viviendo en un juego de suma cero, y la crisis es más importante que una u otra de las facciones. Pero debemos seguir hablando de las elecciones como una manera de resucitar a la OLP, en lugar de como un gobierno de unidad bajo la égida de la Autoridad Palestina. Las y los palestinos todavía tienen que repensar cómo Hamás y Fatah pueden sentarse junto a otros partidos en un proyecto de liberación nacional.
Si las elecciones solo tenían la intención de calmar institucionalmente la división entre Gaza y Cisjordania, hemos superado esta retórica de cierta manera, porque hay un sentido de lucha común. En Ramala, tenemos la impresión de manifestarnos por Gaza –lo que la Autoridad Palestina no autorizó en 2014– y en Gaza, se tiene la impresión de que se trata de una lucha palestina unida, aunque se sienta una cierta sensación de que estén pagando su precio.
Los actores internacionales, desde la Unión Europea (UE) hasta los Estados Unidos, parecían volver a caer inmediatamente en sus viejas líneas y hábitos al dar prioridad a la “autodefensa” de Israel tan pronto como se dispararon los cohetes. Esto parece indicar que no ha habido mucho cambio entre los gobiernos extranjeros en su percepción de Hamás o en su voluntad de intentar un enfoque diferente cuando se producen estos enfrentamientos. ¿Ves algún cambio entre bastidores, a pesar de las posiciones públicas?
No, no hay cambio. La UE y los Estados miembros europeos dicen desde hace mucho tiempo que debemos saber qué pasaría si Hamás ganara las elecciones y que se debe encontrar una manera de revisar las condiciones del Cuarteto [un grupo compuesto por Estados Unidos, Rusia, la UE y las Naciones Unidas] para garantizar que en caso de una victoria de Hamás, la debacle de 2006 [cuando los actores internacionales sancionaron al gobierno palestino y apoyaron a Fatah para derrocar a Hamás] no vuelva a suceder.
Sin embargo, aunque muchas y muchos diplomáticos bien intencionados insisten en la necesidad de revisar la política de la UE hacia Hamás, no ha habido absolutamente ningún movimiento sobre este tema. En mi opinión, es completamente irresponsable que hayan continuado presionando a favor de estas elecciones sabiendo que en caso de la victoria de Hamás, todavía no tenían manera de lidiar con el resultado que se podría producir.
El lenguaje pro forma en torno al “derecho de Israel a la autodefensa” y la “desescalada en ambos lados” es un síntoma de esta incapacidad para tener en cuenta a Hamás, lo que demuestra que la comunidad internacional tiene una posición muy fija frente a este movimiento. Es incapaz de entender a Hamás como una facción política comprometida con la liberación de Palestina y sigue centrada en un relato muy particular.
Pero no es solo Hamás. Lo que me sorprende es que en el momento en que la comunidad internacional comenzó a hablar de “autodefensa”, había 500 personas palestinas heridas por las fuerzas israelíes en Jerusalén. La retórica del “derecho a la legítima autodefensa” solo apareció cuando el primer cohete cayó en Israel; este derecho solo se activa para Israel y el ataque solo está dirigido por Hamás. En este contexto, no hay manera de que la comunidad diplomática entienda la violencia de la ocupación o el derecho de las y los palestinos a defenderse.
Mientras no corrijamos esta premisa, ninguna forma de compromiso con Hamás será productiva, porque éste solo será percibido como un partido que ataca irracionalmente a Israel por una razón desconocida y descontextualizada.
El movimiento popular palestino ha seguido desarrollándose en las últimas semanas, con palestinos y palestinas en Israel involucrándose, así como removilizándose en Jerusalén. Dentro de este movimiento parece haber una tensión entre el movimiento de base descentralizado y las direcciones tradicionales, que van desde Fatah hasta Hamás y el Alto Comité de Vigilancia de las y los Árabes de Israel. ¿Cómo ves el desarrollo de estas dinámicas internas?
Esta es una buena pregunta que va más allá del momento presente. Lo que me consuela –y lo que me da miedo– es el hecho de que ya hemos pasado por esto varias veces, desde la gran revuelta árabe de 1936-1939.
Cada vez que pensamos en las erupciones que ocurren en las calles palestinas, casi siempre es a pesar del liderazgo de las “élites”, y debido a la incapacidad de las “élites” para luchar por las y los palestinos en la forma en que piden las y los palestinos que se lleve a cabo su lucha. Podemos trazar esta línea desde la Gran Revuelta hasta Oslo y la Primera y Segunda Intifadas. Eso es lo que me consuela: que hay una brújula moral en la calle palestina que constantemente demanda cuentas a las y los líderes y que se niega a ser arrastrada a la aquiescencia.
Pero al mismo tiempo, lo que me asusta es que en el pasado, el movimiento ha sido cooptado, y que las direcciones deciden siempre el camino a seguir. Esta es la dinámica que estamos observando actualmente sobre el terreno. Hemos hablado del hecho de que lo que está haciendo la acción de Hamás podría considerarse una cooptación de la movilización popular; Fatah también está tratando de cooptar las manifestaciones en Cisjordania. Las y los dirigentes se aferran a ello para tratar de recuperar su credibilidad. Tratarán de canalizar este levantamiento de la base hacia sus estructuras, y posicionarse como la parte responsable que va a resolver los problemas.
Sin embargo, si algo nos ha enseñado la historia es que no debemos confiarnos. Las y los palestinos deben encontrar una manera de mantener este levantamiento popular más allá de las estructuras de dirección que existen hoy en día.
Esto no significa que no deba haber dirección para el movimiento. Lo que aprendimos de los levantamientos árabes de 2011 es que si no hay un liderazgo capaz de tomar decisiones políticas y estratégicas, el Estado profundo y el status quo ganan. Este liderazgo no se puede canalizar hacia las mismas instituciones corruptas que nos han llevado a donde estamos hoy. De esta movilización de base debe surgir un liderazgo más inclusivo. La forma que esto tomará aún no está clara, pero solo estamos en los primeros días.
¿Qué quieres destacar ahora mismo?
Una cosa en la que siempre pienso es que, en la mente de la comunidad internacional –y en cierto modo, cada vez más en la mente de la propia población palestina– Gaza se ha vuelto excepcional.
Este episodio cuestionó y reforzó esta idea. Para las y los palestinos, hubo una acogida reconfortante de Gaza para que volviera al hogar común, a pesar de que la mayoría de la población palestina nunca ha estado en Gaza y no entiende fácilmente lo que es estar allí, sobrevivir allí. Al mismo tiempo, existe la sensación de que, incluso en esta escalada, la lucha armada y Gaza se han convertido en algo común: que, debido a que Hamás lanza sus ataques desde Gaza, Gaza sigue siendo el escenario de la lucha armada, mientras que las protestas populares se desarrollan en otros lugares.
Así pues, la “desexcepcionalización” de Gaza es muy importante. Debemos comenzar a reflexionar no solo sobre el hecho de que una persona palestina de Gaza y una de Cisjordania están luchando contra el mismo régimen, sino también sobre el hecho de que hay diferentes tácticas para luchar contra este régimen. Éstas pueden ser fuente de división, pero esto no significa que las diferencias de opinión se refieran a diferentes partes de esta batalla.
Las y los palestinos necesitan un relato más global, capaz de tener en cuenta todas estas complejidades y matices, y oponerse a la idea de que existe la escalada de Gaza-Israel, y luego todo lo demás. El relato que está surgiendo ahora es muy poderoso porque se opone a esto, y debemos seguir repitiéndolo.